Millonarios venció en condición de visitante a Independiente Santa Fe por la fecha 15 de la Liga BetPlay.
Clásico capitalino 316. Como es habitual, los protagonistas llegaron con diferentes contextos. El local, Independiente Santa Fe, marchaba segundo en la clasificación, ostentando la mejor defensa del torneo (1 derrota y 9 goles recibidos); uno de los motivos para sentirse invencibles.
El visitante, Millonarios, se presentó tras una recuperación en la tabla de posiciones, aunque con la necesidad de sumar unidades, en complemento a las opiniones divididas que ha traído Alberto Gamero. Dos escenarios diferentes, pero con un objetivo en común.
La euforia por este partido llegó al punto en que, luego de 48 horas de haberse abierto la taquilla, el 80% de la boletería se había vendido, por lo que, el pronóstico para las tribunas sería de un carnaval rojo en el Coloso de la 57, inundado de alegría, nervios, emoción, pero, sobre todo, mucha pasión.
Previo al inicio del encuentro, Independiente Santa Fe realizó un homenaje al jugador Juan Daniel Roa, quien anunció su retiro del fútbol profesional, aprovechando dicho partido para exhibir, con orgullo, el máximo logro de la institución, la Copa Sudamericana 2015, justamente, en la cara de sus principales rivales. Los santafereños aplaudían y los embajadores insultaban.
Sin más protocolos y burocracia de por medio, ambos equipos saltaron al terreno de juego. La tribuna oriental del Campin se cobijó con una enorme bandera que tenía un mensaje habitual de la hinchada: TANTA FE. Luego de los himnos y los saludos, el árbitro Carlos Betancur dio inicio al partido.
El equipo cardenal se lanzó sobre Millonarios, como si se tratara de una batalla a muerte entre el gladiador y el león, con un público sediento de lucha y espectáculo. Santa Fe avisó en varias ocasiones, mostrando por primera vez, un guion diferente a lo habitual en este tipo de encuentros. El “león” fue quien mantuvo la posesión, mientras que el “embajador” se replegó en un intento de contener la furia albiroja; un intercambio de ideologías.
Tras una feroz lucha, Betancur, actuando de juez y verdugo, decretó el final del primer tiempo, con un empate que dejó todas las emociones a flor de piel para una segunda mitad que prometía un giro inesperado de la trama.
Luego del descanso, santafereños y embajadores regresaron a la cancha, dando inicio al segundo tiempo, donde inicialmente, el guion sería el mismo de la primera mitad.
Dicen que la mejor defensa es el ataque, sin embargo, a título personal, esta lógica también aplica de forma inversa: el mejor ataque es la defensa. Y es que, no cualquier equipo puede contener de forma efectiva la ofensiva del rival, para luego, convertir esto en un arma peligrosa a la contra.
Precisamente, Millonarios aplicó esta lógica para generar una respuesta ofensiva por las bandas, aprovechando al máximo esta oportunidad, la cual, sería canjeada por Leonardo Castro, convirtiendo una recuperación de pelota en el primer gol del partido para el equipo albiazul.
El color rojo suele asociarse con fuerza y respeto, sin embargo, parece que cuando se trata del Estadio El Campin, esto no significa nada. Tras la anotación de Castro, la mitad del recinto quedó en una combinación de silencio sepulcral, junto con algunos murmullos intentando explicar la jugada. Aún así, la gradería norte y sur seguían con su ritmo, alentando a sus respectivos equipos, en una lucha desde la lejanía, con la necesidad de imponer los cantos al cielo bogotano.
Parece que el destino había abandonado al conjunto cardenal, puesto que, aunque mostró un juego superior y más peligroso, la pelota tenía otros planes en esa fría noche de sábado. Albornoz, Rodallega, Rodriguez e incluso Torres, intentaron de forma desesperada imponerse ante la adversidad, aún así, los caminos del fútbol (y algunas participaciones de Montero), ahogaron el grito de gol de Santa Fe.
Luego de un segundo tiempo intenso, y con Millonarios pidiendo la hora, el juez Carlos Betancur dio por finalizado el encuentro. El “embajador” acabó con el león ante su gente, dando un golpe de autoridad en la capital.
Y es que, al final del relato, Santa Fe tuvo todas las oportunidades, pero no jugó el partido como si se tratara de un clásico, mientras que, en el otro lado, el conjunto albiazul logró plantarle cara de forma inteligente al equipo cardenal.